En el Perú, más del 70% de la población trabaja en la informalidad, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). ¿Cuáles son los desafíos de salud mental para las personas que trabajan en el mercado informal? Conversamos con Tesania Velázquez, docente principal de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Tesania es Doctora en Psicología por la PUCP y Magíster en Evaluación Clínica y Forense por la Universidad de Salamanca, con una destacada trayectoria en temas como salud mental comunitaria y género.
Foto: Grupo El Comercio
¿Las personas que trabajan en el mercado informal son más propensas a desarrollar problemas de salud mental?
Debemos reconocer que en nuestro país el mayor porcentaje de la población tiene trabajos informales y esto es algo que se hizo muy claro durante el contexto de la pandemia. Las estadísticas nos indican que el trabajo informal es el más significativo en nuestro país, tanto para hombres como para mujeres.
Entonces, definitivamente, las condiciones de lo que implica la informalidad no contribuyen al bienestar socioemocional de las personas, no solo por la precariedad laboral, sino por esta inseguridad de no saber si realmente se va a poder cumplir con lo necesario para llevar la alimentación y todos los gastos que implica la familia. Entonces, para muchas personas hay una angustia permanente porque no saben si van a poder llegar a fin de mes y esa es una sensación de inseguridad e incertidumbre que genera un malestar emocional. Esto se ve expresado en síntomas de estrés, ansiedad, depresión.
Además, sabemos que por un tema de género la situación de las mujeres es aún más complicada. Para ellas no solamente se trata de lidiar con la informalidad del trabajo, sino que tienen que asumir otras cargas de cuidado en la familia. En ese sentido, hay una mayor propensión a tener algún malestar socioemocional.
Un trabajo formal te ofrece condiciones mínimas: sabes que vas a tener un determinado horario, un determinado sueldo y, en algunos casos, algunos beneficios laborales. La informalidad anula todo eso y por eso coloca a las personas en una situación de mayor vulnerabilidad.
¿De qué forma la precariedad económica se vincula con la incidencia de problemas de salud mental?
La salud mental está determinada por factores sociales, económicos y políticos, y creo que es sumamente importante considerar esta realidad en el contexto país que estamos viviendo. Sabemos que los indicadores de pobreza se mantienen y, es más, van a la alza. Cada vez son más las personas, las familias, los grupos que se encuentran en situaciones de mucha precariedad económica, lo que no les permite vivir de una manera digna, en condiciones mínimas.
La pobreza genera niveles de afectación socioemocional, como lo genera también la situación política y las crisis sociales. Esta afectación, este sufrimiento se acentúa porque hay que estar constantemente buscando cómo sobrellevar la situación. Hay un desgaste mayor, no solamente para poder cubrir la canasta básica, sino para poder sobrevivir. Y, si a eso también le sumamos los indicadores de inseguridad ciudadana, delincuencia y extorsión, que actualmente estamos viendo en el Perú, la situación es aún más crítica.
Tesania Velázquez
Precisamente, la ola de inseguridad ciudadana viene afectando a pequeños negocios, muchos de ellos en el mercado informal. ¿Podrías detallar de qué forma esto impacta en su salud mental a nivel individual y comunitario?
Es importante reconocer que las situaciones de violencia, criminalidad y extorsión que se están viviendo en el Perú generan entre las personas y, especialmente, entre los emprendedores, entre los trabajadores informales, una sensación de inseguridad terrible, un estado de alerta permanente.
No solamente hay una preocupación por ir a trabajar y llegar a fin de mes, sino que ahora encima hay una preocupación para vivir, para que uno no sea víctima de extorsión y no sea asesinado. La muerte y la violencia en nuestro país se están naturalizando.
Es importante añadir que, frente a esta situación, la indolencia de las autoridades de turno aumenta la frustración y el malestar socioemocional. Estamos en una situación crítica, pero si a esta situación crítica le sumamos la indolencia de las autoridades y de los líderes políticos, vamos a encontrar una frustración y un dolor mucho más grande.
Hay un sufrimiento, hay un malestar social que es un indicador de que las personas no están viviendo tranquilas, no están viviendo bien. Hace poco estuve en un colegio que había sido víctima de situaciones de extorsión, donde se había registrado un asesinato de un padre de familia en la puerta del colegio. Lo que hemos encontrado es una gran angustia de los docentes de ir a trabajar, de levantarse a ir a trabajar porque su vida está en riesgo. La escuela era un lugar seguro para niños, para niñas, para los estudiantes, para los maestros: hoy en día ya no es un lugar seguro.
Entonces, todo esto conlleva a una situación de malestar emocional que está decantando en problemas de salud mental muy serios en nuestro país, que además se suman a problemas que ya veníamos arrastrando desde el contexto pandemia. Se trata de una situación de crisis sobre crisis que afecta el bienestar de las personas.
Foto: Grupo El Comercio
¿Qué políticas públicas o iniciativas intersectoriales podrían ser impulsadas para responder a esta problemática?
La salud mental es una prioridad que debería ser parte de la agenda y del debate público constantemente. Sin embargo, tenemos que esperar una crisis, como fue la pandemia, para recién preocuparnos por este tema.
Sabemos que en nuestro país, si bien cada vez hay servicios más descentralizados a raíz de la existencia de los centros de salud mental comunitaria, todavía no estamos llegando a responder a la demanda de la población. Y no estamos llegando a responder a la demanda porque tenemos que entender que la salud mental es una tarea de todos y de todas. Tenemos que trabajar salud mental en el trabajo, en la escuela, en las universidades: no podemos esperar solamente que las personas acudan a un servicio porque, o no llegan, o no sienten que ese es el espacio.
Las políticas públicas deberían suponer un diálogo intersectorial y, lamentablemente, en nuestro país es difícil generar diálogos intersectoriales. Trabaja, por un lado, el Ministerio de Salud, por otro lado, el Ministerio de Educación, por otro lado el Ministerio de Trabajo y el de Producción y no generamos puentes de diálogo que permitan políticas que sean transversales, que abarquen a todos los sectores y que logren realmente abordar el tema de la salud mental con la prioridad y urgencia que se requiere hoy en día en nuestro país.
Muchas gracias, Tesania. ¿Hay algo que te gustaría agregar?
Las situaciones de crisis que estamos viviendo a nivel económico, político y social afectan no solo a las personas de manera independiente, sino que afectan lo más importante, que es su capacidad de confiar.
Si ya no podemos confiar en las personas que viven a nuestro lado o que transitan por nuestro lado, si ya no podemos confiar en las autoridades, se destruye aquello que permite que exista comunidad, que existan lazos, que exista sociedad. Y eso es lo que está pasando en nuestro país.
En términos de salud mental, se está dañando nuestra capacidad de confiar en las instituciones, en los centros de trabajo, en las autoridades. Eso, a su vez, está rompiendo la capacidad de diálogo, la capacidad de formar comunidad y afecta directamente a cada una de las personas, porque la confianza es lo más básico para vivir, es lo que te permite salir adelante, levantarte, hacer tus cosas, trabajar y estudiar. Pero, si eso se rompe al interior de lugares seguros, como la familia, como la escuela, si se rompe a nivel país, estamos entrando en una vorágine terrible de afectación y de malestar socioemocional.
#TodxsPorLaSaludMental
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