Durante el último fin de semana más de 30 personas perdieron la vida por dos tiroteos masivos ocurridos en las regiones de Texas y Ohio en Estados Unidos. Las matanzas, que tuvieron lugar en las localidades de El Paso y Dayton respectivamente, se suman a los 16 tiroteos en Estados Unidos en lo que va del año, con al menos 101 muertos y 80 heridos según el portal de noticias CNN.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, respondió esta semana ante estos hechos exigiendo que se “reformen” las leyes sobre salud mental en su país “para identificar con mayor eficacia a las personas con problemas mentales que podrían cometer actos violentos”. Asimismo, agregó que esas personas deben estar sujetas “cuando sea necesario [a] internamiento involuntario”. “Son las enfermedades mentales y el odio los que jalan el gatillo, no el arma”, indicó.
Sin embargo, las declaraciones de Trump se basan en prejuicios y mitos hacia la salud mental. No hay estudios científicos que relacionen la salud mental de una persona con su tendencia a cometer actos de violencia. El director de Salud Mental del Ministerio de Salud (Minsa), Yuri Cutipé, ya lo ha repetido en distintas oportunidades al referirse a la asociación de la salud mental con la violencia como «falso y hasta cruel”.
Ni el racismo, ni el machismo ni el odio en general son problemas relacionados a nuestra salud mental. Es importante mencionar, por ejemplo, que el autor del tiroteo de Texas llevaba consigo un documento racista y antiinmigrante de cuatro páginas, que defiende opiniones nacionalistas y racistas blancas. En él se critica a los inmigrantes y a los latinos, culpándolos por quitarles trabajos y por mezclar culturas en los Estados Unidos.
Estas formas de pensar son influenciadas por el discurso y los mensajes de las personas que nos educan. Asociarlas con la salud mental solo contribuye a la discriminación y a los prejuicios que existen hacia las personas con algún problema asociado a ella, cuando de hecho es más probable que ellas sean víctimas de violencia antes que perpetradoras.
Lamentablemente, las declaraciones de Trump solo contribuyen a reforzar este estigma. La discriminación no evitará que ocurran tragedias como estas; los esfuerzos en Estados Unidos deben concentrarse, de acuerdo a las sugerencias del Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en que el gobierno proteja a los ciudadanos contra “los riesgos a que da lugar la disponibilidad excesiva de armas de fuego”.
Es importante que podamos aprender de estas experiencias y evitemos caer en este tipo de prejuicios que solo contribuyen a la discriminación. Los problemas de salud mental no son sinónimo de violencia.
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