En las últimas semanas intensas lluvias han golpeado nuestro país y con ello vivimos la inminente llegada de numerosos huaicos e inundaciones en diversas regiones del Perú. Al ver la magnitud de los fenómenos naturales, ministrxs y entidades del Estado han visitado las zonas más afectadas y se han iniciado acciones para atender la situación de emergencia. Estas acciones engloban los sectores de transporte, comunicaciones, agricultura y salud. Si bien la salud ha sido uno de los principales focos de atención en los medios de comunicación, poco se habla de la respuesta del estado en relación a la salud mental. Sabemos que hay psicólogos en sus equipos de brigadas; sin embargo, no se sabe el estado de la población en términos de su salud mental ni qué acciones en concreto se están llevando a cabo.
Cuando un fenómeno natural ocasiona el estado de emergencia de un espacio, el tejido social se deteriora, la estructura de la vida familiar cambia y se genera un impacto, totalmente esperable, en la salud mental de las personas que han sido víctimas. El contexto de desastre impacta en la salud mental, a corto, mediano o largo plazo, y aunque no todas deban clasificarse como patológicas, hay un incremento en las manifestaciones psicológicas de las y los residentes de las zonas afectadas. Las víctimas son personas que han vivido pérdidas y experiencias graves en distintos niveles y, por lo tanto, se debe comprender que muchas de las respuestas emocionales que presenten no escapan la normalidad de la situación. Entre las principales reacciones psicológicas que se presentan están las crisis emocionales, estado de confusión, miedo, tristeza, duelo, ansiedad, estrés postraumático.
Foto: Perú 21
Por otro lado, es pertinente comprender las consecuencias psicosociales en situaciones de desastres. Así, una de las respuestas del ser humano que se ve rodeado de un espacio caótico, es la violencia, por lo que en estos contextos los niveles de ésta se incrementan. Además, debido a la precariedad producida por el contexto de desastre y a la dificultad de acceder a servicios (Centros de emergencia mujer, DEMUNA, PNP), la violencia sexual se dispara, viéndose especialmente afectadas aquellas personas consideradas como población en situación de vulnerabilidad, es decir, mujeres y niñxs.
Ante una situación de esta magnitud, el estado no debería ser ajeno. Es necesario incluir en los planes de acción la intervención en situaciones de crisis, generar espacios de contención y atención para aquellas personas que lo necesiten. Fomentar y fortalecer el acceso a los Centros de Salud Mental Comunitarios alrededor del país. El estado debe responder a los problemas psicosociales y de salud mental con la misma vehemencia con la que destina dinero para la reparación de carreteras, manteniendo siempre la calma, y este trabajo debe ser visibilizado en medios de comunicación. Pero es también importante hacer énfasis en la importancia del empoderamiento de la comunidad, de explorar distintas herramientas para que como grupo nos brindemos contención, apoyo, espacios de salud mental. Y si bien el estado debe brindarnos protección, es también nuestro deber como comunidad la reconstrucción de nuestro espacio físico y mental.
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