«Las mujeres somos capaces de hacerlo todo»: eso es algo con lo que siempre me he identificado. Sin embargo, existe una diferencia entre tener la capacidad de hacer algo y sentir la obligación de hacerlo. Existe una presión palpable sobre la mujer para que pueda cumplir eficientemente con su rol de madre, así como con sus otros roles: mujer, esposa, profesional, hija, amiga, entre otros. La exigencia está siempre presente, pero ¿qué hay del reconocimiento o la retribución?

Recientemente, The Economist publicó un estudio sobre cómo la maternidad afecta el desarrollo profesional de las mujeres. Este evidencia la enorme brecha en la remuneración salarial a la que se enfrentan las madres, así como las limitaciones existentes para su reincorporación al mercado laboral y la reducción de sus oportunidades de crecimiento profesional en general.  

En mi caso, a pesar de las oportunidades a las que he tenido acceso, así como al apoyo de mi esposo y mi entorno, el camino de la maternidad bajo mis otros roles sigue siendo todo un desafío. En mis más de cinco años como madre, he experimentado muchas emociones intensas para las cuales definitivamente no estaba preparada. A diferencia de mis otros roles, en este no hay entrada y salida, no hay remuneración, no hay reconocimiento en el día a día.

No solo debo ser una buena madre, generar ingresos y cumplir eficientemente con mi trabajo, sino que también debo ser una buena esposa, luchar por mi desarrollo profesional y cumplir con mis roles de amiga, hija, entre otros. Si bien agradezco tener un compañero activo y comprometido con la crianza, es importante reconocer que los padres no se ven obligados a lidiar con las mismas expectativas que la sociedad le impone a las madres y a las mujeres en general

En este contexto, el estrés, la ansiedad, la carga mental es tan grande que la idea de renunciar a todo lo demás se presenta una vez al día (como mínimo). Si bien resulta un enorme desafío encontrar el tiempo y espacio para cuidar mi salud mental, en mi experiencia es fundamental: sin salud mental no puedo gestionar todo lo demás. Además, soy consciente de que no cuidar mi bienestar emocional  afecta mi relación con mis seres queridos, pero principalmente, conmigo misma. 

Invito a que en este Día de la Madre reflexionemos sobre cómo estamos apoyando en el camino de la maternidad a nuestras esposas, compañeras, hermanas, amigas, trabajadoras. Para ello, les comparto tres consejos desde mi experiencia: 

  1. A veces, lo más simple marca una gran diferencia. Hablar y escuchar a una mamá, ya sea familiar, compañera o amiga, es lo que puede necesitar. Estar disponible para escuchar sus preocupaciones, sin juzgar, puede ser de gran ayuda. 
  2. Organiza tiempo para que ella tenga un espacio para sí misma, ya sea para relajarse, hacer ejercicio, leer un libro u otra actividad que disfrute.
  3. Celebrar sus logros, ya sean grandes o pequeños. El camino de la maternidad es todo un desafío, y superar pequeños retos es un logro importante, que merece reconocimiento. 

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