Ayer despertamos viendo las dolorosas imágenes de la masacre policial en Colombia con un nudo en la garganta. Los videos y las fotos las sentimos tan terriblemente familiares, tan similares a las del 14 de noviembre del 2020, día que esperamos nunca olvidemos como peruanos y peruanas.
Foto: AFP
La terrible realidad es que la historia siempre se repite en Latinoamérica. La vemos repetirse en Colombia, en Chile, en nuestro Perú: salimos a protestar por países más justos, con más y mejores oportunidades de desarrollo, y nos responden con balas para silenciarnos.
Nos unimos en las protestas quienes no tienen un pan que poner en la mesa y quienes no dejamos que nuestros privilegios nos nublen la empatía hacia esa realidad. Quizá, con algo de suerte, lágrimas y sangre, logremos revertir golpes de estado, cambiar constituciones, detener reformas. Pero el saldo siempre es el mismo: muertes, desapariciones, miles de heridos. Y, sobre todo, heridas psicosociales que son muy difíciles, sino imposibles de superar.
Vivimos en un país y en una región sumamente dividida, sumamente desigual, clasista, racista y muchas desgracias más. La coyuntura electoral en la que nos encontramos hoy en el Perú lo hace más evidente. Las redes sociales están inundadas de discursos que tienen como base argumentos tan escasos como “el pobre es pobre porque quiere”. Esa polarización que hoy vemos en las redes el día de mañana, gane quien gane, la vamos a ver evidenciada en las calles.
En lo personal, se nos hace muy doloroso ver las imágenes de lo que viene sucediendo en Colombia y reflexionar sobre lo que nos espera como país. ¿Qué pasó con Inti? ¿Qué pasó con Bryan? ¿Qué va a pasar con los más de 20 colombianos que han muerto en esta última semana en la lucha por un país más justo? ¿Qué va a pasar con los próximos peruanos y peruanas que luchen en las calles por las desgracias que indiscutiblemente traerá el gobierno de los próximos cinco años, gane quien gane?
Sentimos incertidumbre y una profunda tristeza, entre muchas otras emociones, porque hoy a muchísimos peruanos y peruanas se nos hace muy difícil visualizar el camino correcto para solucionar los problemas estructurales que nos aquejan como nación. Porque es difícil creer que llegarán gobernantes que priorizarán los intereses del pueblo antes que sus intereses personales. Porque entendemos el hartazgo de las personas que han votado con la esperanza de cambios reales que les permitan culminar los ciclos interminables de pobreza en los que han vivido por generaciones. Porque nos duele profundamente ver cómo tantas personas privilegiadas y con educación lamentablemente ignoran la realidad del país en el que viven.
Quisiéramos cerrar este espacio de reflexión invitando a deconstruirnos. A reflexionar sobre cómo podemos tener un rol más activo para disminuir las desigualdades en nuestro país.
Hay muchas maneras de hacer cambios, y cada quien podrá encontrar la mejor forma para ello, ya sea en el voluntariado, organizándose de manera colectiva con otras personas, trabajando en organizaciones desde donde se puedan desarrollar propuestas de cambio, o luchando desde sus propias trincheras. Involucrémonos desde nuestros espacios y seamos agentes de cambio en nuestra realidad.
Construyamos desde la empatía y no desde la indiferencia.
#TodxsPorLaSaludMental