El cambio climático constituye una de las mayores amenazas a la salud en el Perú y en el mundo. Sus impactos no solo son físicos, sino también emocionales y psicosociales. La evidencia muestra que eventos climáticos extremos como el Fenómeno de El Niño Costero (2017) y el ciclón Yaku (2023) han incrementado la prevalencia de depresión, ansiedad, violencia familiar y otros problemas de salud mental en las comunidades más afectadas.
Desde De-Mentes, presentamos un nuevo informe de investigación que profundiza en la intersección entre salud mental y cambio climático en el marco del Día Mundial de la Salud Mental, cuyo tema este 2025 se centra en la salud mental en el contexto de emergencias y catástrofes, así como de la próxima Convención de las Partes (COP) 30 en Brasil y del lanzamiento del Plan de Acción en Salud de Belém. Este documento busca evidenciar la afectación a la salud mental generada por los eventos climáticos extremos, profundizar en la experiencia peruana en este campo, ahondar sobre los compromisos globales y nacionales, y analizar las políticas públicas que se vienen implementando en nuestro país al respecto.
Consecuencias de El Niño costero en el 2017, en el norte del Perú. Foto: Andina.
Aunque el Perú cuenta con avances normativos y planes de adaptación al cambio climático, la salud mental no se integra de forma explícita ni prioritaria en la agenda climática nacional. Esta ausencia limita la capacidad de respuesta frente a eventos climáticos extremos cada vez más frecuentes y severos.
El estudio revela una desconexión entre los compromisos normativos y la ejecución real: los instrumentos de planificación climática priorizan efectos físicos —como daños a infraestructura o salud general— mientras que los impactos psicosociales reciben escasa atención. Además, existe una falta de datos desagregados, financiamiento orientado y mecanismos de articulación intersectorial que permitan una respuesta integral no solo reactiva, sino sobre todo preventiva.
Para enfrentar este desafío, el informe propone siete prioridades clave:
- Identificar con mayor precisión los problemas y soluciones frente a los efectos del cambio climático en la salud mental.
- Establecer un marco claro para priorizar a las poblaciones más vulnerables.
- Fortalecer sistemas de salud resilientes al clima, capaces de anticipar, responder y adaptarse a perturbaciones climáticas.
- Promover la coordinación intersectorial en todos los niveles de gobierno.
- Incrementar la producción de evidencia local.
- Asignar financiamiento específico para prevención, investigación y respuesta.
- Mayor participación de la sociedad civil y ciudadanía para incidir en más y mejores políticas públicas.
El cambio climático está profundizando desigualdades preexistentes y generando una emergencia silenciosa en salud mental. Ignorar esta dimensión implica retroceder en los avances hacia la cobertura universal en salud. Por ello, resulta urgente que los actores públicos, privados y de la sociedad civil articulen esfuerzos para integrar la salud mental en las políticas de adaptación climática, garantizando así un futuro más justo, resiliente y saludable para todas las comunidades del Perú.
Este reporte busca generar evidencia para el diálogo entre el Estado, la sociedad civil y la ciudadanía. Visibilizar la salud mental en el contexto del cambio climático no es sólo una cuestión de salud pública, sino de justicia social, derechos humanos y desarrollo sostenible. La ventana para actuar está abierta: cerrar la brecha entre el discurso y la acción es una tarea colectiva e inaplazable.
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